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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Parafraseando a Zygmunt Bauman


A propósito del día del amor y la amistad que se celebra en nuestro país en el mes de septiembre, cabe hacer una reflexión acerca de las relaciones de la sociedad en un contexto interconectado gracias a la globalización, en el que a diario somos testigos de los cambios radicales que impone la condición humana. Ya lo decía el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, al plantear los riesgos y angustias de vivir juntos y separados en nuestro moderno mundo líquido, un miedo que impide que existan vínculos duraderos más allá de las meras conexiones. “Nuestros contemporáneos, dice Bauman, desesperados al sentirse descartables, siempre ávidos de una mano servicial, sin embargo, todo el tiempo desconfían del estar relacionados sobre todo si es para siempre, temen convertirse en una carga y desatar expectativas que no pueden ni desean soportar”.

Las representaciones de estas relaciones líquidas que plantea Bauman, pueden ser fácilmente comparables con las conductas de consumo de los seres humanos. Es como ir a los centros comerciales y realizar compras, más motivado por las ganas que por las necesidades. Hoy por hoy, los almacenes son diseñados por expertos del mercadeo con el propósito de satisfacer un deseo basado en un estilo de vida idealizado. Así mismo, como elementos de la cadena productiva son tratadas las relaciones de hoy en día, con un fin de consumo inmediato, sin muchas preparaciones previas y sin muchas condiciones: si un producto resulta defectuoso o no cumple con las expectativas, puede ser cambiado por otros. Pero aun en el caso de que el producto cumpla con lo prometido, ningún producto es de uso extendido, después de todo, autos, computadoras o teléfonos celulares en excelentes condiciones van a engrosar la pila de desechos; la meta es tener la versión nueva o mejorada de cada artefacto.

Dada la transformación de la sociedad, hablar de compromiso o establecer relaciones para siempre resulta en propósito inalcanzable. Por eso mismo la metáfora de la liquidez en las relaciones que plantea el sociólogo polaco, puede llegar a ser adaptable a estos nuevos tiempos que estamos viviendo. Lo que diferencia a la sociedad actual de aquella de la modernidad en su fase sólida, que buscaba ser duradera y resistente al cambio, es la creciente debilidad de los lazos sociales. El poder de licuefacción se ha desplazado del "sistema" a la "sociedad", de la "política" a las "políticas de vida", ha descendido del "macronivel" al "micronivel" de la cohabitación social. En esta forma privatizada de la modernidad, el peso de las responsabilidades y los fracasos cae primordialmente sobre los hombros del individuo. Como los zombies, que son una mezcla entre lo vivo y lo muerto, la estructura sistémica se ha vuelto remota. Los sólidos se moldean de una vez mientras que el control de los líquidos exige mucha atención, esfuerzo permanente frente a una posibilidad de éxito menos previsible (Z.Bauman, Modernidad líquida, México, FCE, 2002).


Muchos autores, hablan de la desaparición de la sociedad y a pesar de ello, Bauman no es un pesimista, por el contrario cree en la posibilidad de realizar transformaciones desde la sociología para que se puedan construir nuevos contextos con mayores esperanzas en el que la gente pueda ser feliz y logre construir relaciones duraderas, pero para lograr tal fin hay que superar los conceptos implantados por la modernidad y de esta manera diseñar nuevas experiencias más humanas y menos materialistas, más duraderas y menos efímeras, más sólidas y menos líquidas.