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lunes, 27 de junio de 2011

Los amigos son como una taza de café



Hoy tuve la fortuna de recibir un regalo, una taza de café. Pero es que no era una taza común y corriente, era una taza llena de mucho simbolismo, una taza de café pensada para este blog,  una taza de café llena de sabor para darle dulzura a estas líneas, y en honor a esa taza de café es que se me ocurre pensar que los amigos son como una buena taza de café.

Una buena taza de café cae bien a cualquier hora del día, despierta los sentidos, da energías para continuar en las batallas laborales, quita el sueño y ayuda a soportar las noches de trabajo. Si estamos solos en un bar o un café nos hace compañía, si queremos leer un libro son los cómplices perfectos, si es un día soleado quita la sed, pero si hace frio nos calienta.

A veces el café cuando es amargo nos ayuda a ponernos serios y a la altura de las situaciones, pero hay ocasiones en que preferimos un café dulce que nos empalague las palabras.

La mayoría de mis buenos y malos momentos han sido al lado de una buena taza de café: cuando presento en mis juntas directivas, cuando expongo en la universidad, cuando tengo discusiones con la gente que quiero y hasta con la que no quiero, cuando simplemente tengo el pretexto de compartir algo bueno con alguien y hasta en las gradas del estadio mientras espero la salida de mi equipo campeón tengo un vasito de café.

No tiene un costo altísimo y sin embargo tiene un gran valor, no importa si viene en taza de barro, de plástico, de porcelana o de cristal lo que realmente importa es lo que tiene por dentro, y así son los amigos, siempre están a nuestro alrededor, en nuestros buenos y malos momentos, nos hablan cuando necesitamos alguna palabra, nos inspiran cuando necesitamos una musa o nos ofrecen su silencio cuando solo necesitamos compañía.

Los amigos al igual que el buen café tiene un valor altísimo y no importa cuál sea su presentación, lo que importa es lo que tiene por dentro.

“cuatro abrazos acompañan esta nota, cuatro abrazos que son la magia abrazistica”

Un mate y un amor

Mientras publico esta nota, me cebo un mate lleno de amor. Amor por la persona que más he amado y la responsable de que hoy el mate este siempre presente en mi vida. Así en cada mate también hay un poquito de esa persona a quien a pesar de los años y la distancia siempre amaré.


El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo. Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda '¿unos mates?'. Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.

Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón. Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde: 'Como tomes vos'. Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie. Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí.

El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones. El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores... Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablas mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambia la yerba!'.

Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'. Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir."

sábado, 25 de junio de 2011

Quiéreme, si te atreves


Felicidad en estado puro, bruto, natural, volcánico, ¡qué gozada! Era lo mejor del mundo.

Mejor que la droga, mejor que la heroína, mejor que el costo, la coca, crack, chutes, porros, hachís, rayas, petas, hierba, marihuana, cannabis, canutos, anfetas, tripis, ácidos, LSD, ¡éxtasis!

Mejor que el sexo, que una felación, que un 69, una orgía, una paja, el sexo tántrico, el kamasutra, las bolas chinas.

Mejor que la nocilla y los batidos de plátano.

Mejor que la trilogía de George Lucas, que la serie completa de los Teleñecos, que el fin del milenio.

Mejor que los andares de Emma Pill, Mariel, la pitufina, Lara Croft, Naomi Campbell y que el lunar de Cindy Crawford.

Mejor que la cara B de Abbey Road, que los solos de Hendrix.

Mejor que el pequeño paso de Neil Amstrong sobre la luna, el Space Mountain, Papá Noel, la fortuna de Bill Gates, los tratos del Dalai Lama, las experiencias cercanas a la muerte, la resurrección de Lázaro.Todos los chutes de testosterona de Schwarzenegger, el colágeno de los labios de Pamela Anderson.

Mejor que Woodstock y las rages más orgásmicas, mejor que los excesos del Marqués de Sade, Morrison y Castaneda.

Mejor que la libetad.

Mejor que la vida...

Quiereme si te atreves, Yann Samuell.

martes, 14 de junio de 2011

LOS MATRIMONIOS DE MIS AMIGAS


Al igual que la vida va pasando por etapas según la edad en la que estamos atravesando, así también van cambiando las tarjetas de invitaciones que nos van llegando, a lo cual yo he venido pensando que las tarjetas de invitación son como un indicador.
Cuando estamos en la escuela nos invitaban a las primeras comuniones de las amiguitas, en la secundaria, lo más recurrente eran las invitaciones a las fiestas de los 15 de las amigas y hasta era una competencia ver cual fiesta era mejor si la de ellas a o la de una. Una vez estando en la Universidad empiezan a circular las tarjetas de invitación de graduación y la alegría por celebrar un triunfo académico. Pero ahora que estamos en etapa post académica, ¿habrá algo que genere más revoltura de sensaciones que las recurrentes tarjetas de invitación a las bodas de las amigas?
De entrada cabe decir que cuando una amiga nos cita para tomarnos un café o almorzar y en dicho encuentro tira su lanza y nos informa que se va a casar, es como para una quedarse en stand by, de esos momentos que una no sabe si pararse y aplaudir, abrazar de la emoción porque por fin dio el gran paso o si llorar porque ahora si perdió a su amiga, su caballito de batallas, su guerrera de noches de infortunio, su paño de lágrimas cada vez que algún infeliz intenta rompernos el corazón, la que nos acompaña a las compras, al médico, a la lectura de las cartas, a donde todo tipo de espiritista, la amiga en las buenas y en las malas.
En todo este recurrente cuadro, y es recurrente porque a todas nos llega el día en que tenemos que compartir la amiga no con un novio sino con un esposo, lo más aterrador, es cuando de tu grupo de amigas a ninguna le has conocido el novio y aun así te toca poner una cara de fresa cuando te dan la dizque emocionante noticia del casamiento.
Bueno, resulta que siempre me imagine que iba a tener una vida normal y por ende amigas normales, de esas que cuando conocen una persona y la hacen su novio, buscan el espacio más indicado para presentarlo ante la exigente sociedad de las amigas, así una lo va conociendo, queriendo y cuando llega el día del SÍ, pues una es la más emocionada, pues sabe las verdes y las maduras por las que paso esa relación y entonces así una se sentiría feliz de ese momento final, en que es el amor el que triunfa por encima de las adversidades.
Pero no, a mi me ha tocado una cosa de locos con mis amigas, una de ellas se caso y supe porque vi las fotos en el facebook, plop; Si plop, porque era un chico desconocido, de esos que se consiguen por internet, que se enamoran, vienen se casan con tus amigas y se las llevan a vivir lejos. Otra amiga se tomo la molestia de escribirnos un correo electrónico e informarnos que se casaba, plop. Sí, otro plop, porque es otro desconocido que engrosaba la lista de esposos de mis amigas, con decirles que me lo presentaron después de la ceremonia. Y ahora resulta que debo asistir al matrimonio de otra de mis dizque llamadas mejores amigas, la cual se va a casar con otro desconocido. Que vaina, es otro plop, porque tampoco conozco este novio.
No sé si es que se usa así y yo toda retrograda no lo he podido entender o es que definitivamente no tengo amigas de las normales. Lo que me parece maluco de todo esto, es que después una tiene que hacer una enorme inversión para acompañar a la amiga en el momento más importante de su vida y una llega como llena de nada. Es más y me atrevo a confesar que me siento asistiendo a la ceremonia como de una desconocida. No se conoce al novio, ni a los amigos del novio, por ende no hay integración en la fiesta. No se le pueden hacer bromas al novio como esas de “si no la cuidas te mato” porque no hay confianza con el chico y lo que es peor aún, no dan ganas de preguntarle a la amiga por su relación, pues nunca quisieron compartir momentos con los amigos, entonces opta una por el silencio y por la distancia.
A todas estas me pregunto yo, ¿cuál es la importancia de invitar a la gente a una boda, si poco o nada saben o les interesa esa relación, de la cual poco o nada quisieron compartir cuando fueron novios? Si, se me hace pertinente hacer esta pregunta, porque siento que más allá del regalo, no estoy haciendo ningún aporte en este tipo de eventos. De entrada y por línea directa uno pensaría que lo que importa es acompañar a la amiga y que eso es lo que vale, pues tanto vale que inconforme y todo ahí estaré, pero siento mi voz de protesta, y solo espero que a la vuelta de un par de años no se me ocurra a mí hacer este tipo de eventos solo pro cumplir con el protocolo, porque si lo que importa es la amistad, entonces también deberían hacerse esfuerzos por compartir esa relación con los amigos, al menos para que ellos también tengan un motivo para celebrar el día de la ceremonia.

miércoles, 8 de junio de 2011

VISCERAL


En esta nota bipolar cabe poner dos entradillas:
"No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió"Sabina
"Más vale arrepentirse por lo que se hizo que por lo que se dejó de hacer"
Cada vez que pienso en las emociones viscerales, esas locas que lo llevan a una a hacer cosas locas, no solo se me viene la cara de una persona a mi mente sino que se me hace un nudito en el estómago, así como que se me estrechan todas esas cosas de adentro, pero a veces no es un nudo sino un hueco, así como el de las donas. Pero como hay días en que el hueco es una fuga de aire, hay otros en los que es mejor aprovechar la dona, echarle arequipe y comérsela.
Por ejemplo, cuando esas cosas de adentro están amarradas es cuando me siento capaz de ignorar mis sentimientos, echarlos por la borda y pensar que son simples nostalgias pasajeras, de esas que llegan porque son una mala jugada que te hace la mente. Pero hay otros días, en que en lugar de estrechez lo que se siente es un enorme vacío, como cuando ya una no puede engañarse a sí misma y hay que admitir que se extraña enormemente a esa persona que un día fue y ya hoy simplemente es un holograma en tu cabeza.
Así que decidí aprovechar esa dona que había dentro de mí y llenarla de arequipe, para que la locura que seguía al sentimiento al menos tuviera un dulce sabor.
Me gusta analizar cada situación en la vida, no obstante por eso creo que soy una buena representante de las personas nacidas bajo el signo de libra, lo malo de eso es que termino siempre eligiendo el lado racional y poco emocionante de las situaciones. Creo que es por eso que hoy miro hacia atrás y hay una persona muy madura, pero muy aburrida.
Que pereza tenerle miedo a los sentimientos, que pereza perder las personas que amamos por miedo a expresarles lo que sentimos por ellas, pero que pereza que expresar los sentimientos no tengan ningún efecto.
Pues, si creo que le eché mucho arequipe a la dona y llene ese hueco y me la comí, pero y ahora ¿qué sigue?
Sí, si, si, ya se que se vale hacer locuras, bueno, las mías aun son mesuradas, las mías apenas son una ráfaga de algo cuando estoy en el lado positivo de mi bipolaridad, pero con estas letras que quién sabe por cuánto tiempo estarán colgadas en este muro, quiero manifestar que tengo miedo, miedo a correr el riesgo de indigestarme con el arequipe, pero que también creo que en últimas es mejor tomarse un alka seltzer para bajar la indigestión, que tragarme un omeprazol por haber dejado que eso de adentro se estrechara.