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miércoles, 12 de enero de 2011

SONÁMBULOS

Ellos, como bien los llamo el escritor Arthur Koestler, han sido sonámbulos. Permanecían despiertos cuando los demás hombres dormían.
Gracias a ese sonambulismo nuestro lugar y nuestros días se han multiplicado tanto y tanto.
Gracias, pues, sonámbulos babilonios o egipcios, quienes comenzaron a pensar y a mirar los cielos.
Gracias sonámbulo Tales, que introdujo la razón en el espacio. Gracias sonámbulo Pitágoras por entender la armonía de todo lo que existe.

Gracias Platón, por exponer como nadie la poesía del mundo. Gracias a todos los griegos sonámbulos por contar las estrellas, proponer teorías y dibujar geometrías de todo lo que ocurre allá en lo alt. Gracias sonámbulo Copérnico, por empezar la revolución sobre el cosmos en una de las hermosas épocas del hombre. Gracias Galileo, despierto todas las noches, apuntando su primer e imperfecto anteojo, aun contra todos. Gracias Kléper, que no podía dormir por todas sus desgracias o que no quería dormir por todas sus búsquedas. Sonámbulo Newton, gracias por haber explicado como se mueve el mundo, aun desde los cielos grises de Londres. Gracias sonámbulo Herschel, cuyos coros y cuyos telescopios fueron cada vez más grandes. Gracias nocturno y anhelante Laplace, gracias insomne Leverrier, que calculando hizo nacer un planeta con la punta de un lápiz. Gracias sonámbulo de los sonámbulos Einstein, por habernos hecho habitar el universo más mágico y más real de cuanto existieron.
A todos ellos les debemos todas estas páginas para leerlas y para escribirlas, también necesitamos despertarnos por las noches, salir de este libro y mirar el cielo. Descubrir la magnitud del universo para así tener noción de nuestra propia pequeñez. Salir a la noche y al cielo y preguntarnos y respondernos Descubrir así que en esa búsqueda somos también enormes, gigantescos.
Y en esas búsquedas pensar en aquellos hombres y agradecerles a ellos, humanos de carne y hueso con nombres y apellidos con odios y amores, con dolores y felicidades, con política y ciencia y almuerzos y juguetes y filosofía y hogueras y libros y aparatos e hipótesis y exilios y noches y días. Porque gracias a ellos, el cielo está en nuestros bolsillos.

Eduardo Averbuj
Con el cielo en el bolsillo
Tomado de la ciencia como cultura
V Feria Popular del Libro y la Lectura
Medellín Abril 2003





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