En el mundo pasan cosas a diario, se registran en periodicos, informes que se emiten por los noticieros, otras noticias ni siquiera se dan a conocer, pero por desgracia la mayoría de las cosas que pasan son situaciones tan perversamente malas que a veces por las cortinas de humo del consumo, el capitalismo, la modernidad o por la simple incapacidad de reflexión las asumimos como normales; pero hoy tristemente, las cosas que he visto y me han tocado el corazón me impiden ser positiva y por el contrario me obligan a sentir lástima de la humanidad. Esos acontecimientos que hoy me estremecen el corazón son en primer lugar la imagen del Jefe de la Tribu Kayapo, quien llora al recibir la noticia de la construcción de la tercera planta hidroeléctrica más grande del mundo en Brasil, lo segundo la venta de una enorme extensión de tierra de reserva forestal en la selva del choco colombiano para la explotación de madera para ser exportada a China y la tercera tiene que ver con la marcha en contra de las Farc y la liberación de los secuestrados en Colombia.
Cuando estaba cursando los primeros semestres de mi maestría en Desarrollo, tuve la posibilidad de analizar los diferentes discursos que en torno a este concepto se han generado a lo largo, o mejor dicho en lo corto de 60 años, discurso que pronunciado bajo los objetivos del progreso luego de la postguerra llevó a los países a reconstruirse a costa del uso desmesurado de los recursos naturales y poniendo a competir a los países más pobres con las grandes potencias generando mayores niveles de desigualdad y de pobreza, desbastando el planeta y acabando con las culturas indígeneas y autóctonas sólo con el fin de homogenizar y controlar en una guerra incansable del más fuerte sobre el más débil, del más rico sobre el más pobre y donde finalmente no habrá ningun ganador, ningun vencedor porque esta manera desmedida del sistema no dejará con vida nada ni nadie. Pero mientras comprendía eso una profesora decía que el planeta es un sistema y todo cuanto en él existe cumple una función, es lo que otro autor llamaba la plataforma instrumental y quiere decir que el planeta no podría existir sin hormigas o sin abejas, pero en cambio el planeta no necesita la especie humana para vivir, entonces es cuando uno se pregunta, ¿cuál es el papel que cumple el ser humano en la plataforma instrumental y en el sistema de base biológica sobre el cual nos desarrollamos?
Es triste saber, que la especie humana es como el cáncer del planeta, un monton de células que se reproducen a gran escala y que el sistema biológico no es capaz de controlar porque su dinámica es superior y termina por afectar la armonía y el normal funcionamiento de otros sistemas, de otras especies. El planeta es mucho más de lo que vemos hoy, los ríos se han secado, los bosques han desaparecido, los polos se están derritiendo, el aire esta contaminado, el clima ya no se autoregula, miles de especies animales han desaparecido y todo en un corto periodo de tiempo no superior a los cien años. Es triste que un planeta que existe hace miles de millones de años se este acabando en tan poco tiempo.
Las culturas han desaparecido, las lenguas y dialectos han desaparecido, los modos del buen vivir y la relación del hombre con la naturaleza están a punto de morir, porque otras relaciones recién inventadas han cobrado más fuerza y requieren más espacio y más recursos y por tanto no importa llegar a una comunidad indígena, deforestarla, desplazarla, asaltarla y por último homogenizarla con la actual sociedad accidental modernizada, empastelada, enagenada.
Tengo tristeza, por que hoy somos hijos de la tecnología, del capitalismo, del desbordado consumo, hoy queremos vivir como nos lo dictan los cánones de la publicidad, cada vez tenemos más cosas y nos sentimos más incompletos, tenemos más relaciones, pero ninguna es duradera, compramos más cosas y tenemos más carencias emocionales, adquirimos más casas pero destruimos los hogares, a sabiendas de que todo eso no son más que realidades irrisorias al servicio del capitalismo, un sistema tan vacío y tan sin sentido como los entes en lo que nos convierte, estamos al servicio del mercado sin darnos cuenta nos hemos vuelta una presa de él.
¿Liberta? el concepto de la libertad está completamente desfigurado. Cada día es una amenaza, con un reloj que corre en contra, unos recursos que se agotan, unos seres humanos sin humanidad y la actitud para actuar es cada vez más débil. Ni yo misma sé que debemos hacer, a veces me dan ganas de salir y emitir un grito que le permita a los otros ver lo que esta pasando, porque se que muchos no son conscientes, ni siquiera se lo imaginan. No soy una salvadora, pero ver este panorama apocalíptico me llena de miedo, porque el fin de lo que hoy conocemos está más cerca de lo que imaginamos y aunque cada vez este tema está más en las agendas públicas, políticas, sociales, también creo que la pelea por lo poco que queda será más feroz que la que hoy presenciamos y para ser muy sincera no quiero estar viva para cuando llegue ese día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario