Hoy tuve la fortuna de recibir un regalo, una taza de café. Pero es que no era una taza común y corriente, era una taza llena de mucho simbolismo, una taza de café pensada para este blog, una taza de café llena de sabor para darle dulzura a estas líneas, y en honor a esa taza de café es que se me ocurre pensar que los amigos son como una buena taza de café.
Una buena taza de café cae bien a cualquier hora del día, despierta los sentidos, da energías para continuar en las batallas laborales, quita el sueño y ayuda a soportar las noches de trabajo. Si estamos solos en un bar o un café nos hace compañía, si queremos leer un libro son los cómplices perfectos, si es un día soleado quita la sed, pero si hace frio nos calienta.
A veces el café cuando es amargo nos ayuda a ponernos serios y a la altura de las situaciones, pero hay ocasiones en que preferimos un café dulce que nos empalague las palabras.
La mayoría de mis buenos y malos momentos han sido al lado de una buena taza de café: cuando presento en mis juntas directivas, cuando expongo en la universidad, cuando tengo discusiones con la gente que quiero y hasta con la que no quiero, cuando simplemente tengo el pretexto de compartir algo bueno con alguien y hasta en las gradas del estadio mientras espero la salida de mi equipo campeón tengo un vasito de café.
No tiene un costo altísimo y sin embargo tiene un gran valor, no importa si viene en taza de barro, de plástico, de porcelana o de cristal lo que realmente importa es lo que tiene por dentro, y así son los amigos, siempre están a nuestro alrededor, en nuestros buenos y malos momentos, nos hablan cuando necesitamos alguna palabra, nos inspiran cuando necesitamos una musa o nos ofrecen su silencio cuando solo necesitamos compañía.
Los amigos al igual que el buen café tiene un valor altísimo y no importa cuál sea su presentación, lo que importa es lo que tiene por dentro.
“cuatro abrazos acompañan esta nota, cuatro abrazos que son la magia abrazistica”
No hay comentarios:
Publicar un comentario