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martes, 14 de junio de 2011

LOS MATRIMONIOS DE MIS AMIGAS


Al igual que la vida va pasando por etapas según la edad en la que estamos atravesando, así también van cambiando las tarjetas de invitaciones que nos van llegando, a lo cual yo he venido pensando que las tarjetas de invitación son como un indicador.
Cuando estamos en la escuela nos invitaban a las primeras comuniones de las amiguitas, en la secundaria, lo más recurrente eran las invitaciones a las fiestas de los 15 de las amigas y hasta era una competencia ver cual fiesta era mejor si la de ellas a o la de una. Una vez estando en la Universidad empiezan a circular las tarjetas de invitación de graduación y la alegría por celebrar un triunfo académico. Pero ahora que estamos en etapa post académica, ¿habrá algo que genere más revoltura de sensaciones que las recurrentes tarjetas de invitación a las bodas de las amigas?
De entrada cabe decir que cuando una amiga nos cita para tomarnos un café o almorzar y en dicho encuentro tira su lanza y nos informa que se va a casar, es como para una quedarse en stand by, de esos momentos que una no sabe si pararse y aplaudir, abrazar de la emoción porque por fin dio el gran paso o si llorar porque ahora si perdió a su amiga, su caballito de batallas, su guerrera de noches de infortunio, su paño de lágrimas cada vez que algún infeliz intenta rompernos el corazón, la que nos acompaña a las compras, al médico, a la lectura de las cartas, a donde todo tipo de espiritista, la amiga en las buenas y en las malas.
En todo este recurrente cuadro, y es recurrente porque a todas nos llega el día en que tenemos que compartir la amiga no con un novio sino con un esposo, lo más aterrador, es cuando de tu grupo de amigas a ninguna le has conocido el novio y aun así te toca poner una cara de fresa cuando te dan la dizque emocionante noticia del casamiento.
Bueno, resulta que siempre me imagine que iba a tener una vida normal y por ende amigas normales, de esas que cuando conocen una persona y la hacen su novio, buscan el espacio más indicado para presentarlo ante la exigente sociedad de las amigas, así una lo va conociendo, queriendo y cuando llega el día del SÍ, pues una es la más emocionada, pues sabe las verdes y las maduras por las que paso esa relación y entonces así una se sentiría feliz de ese momento final, en que es el amor el que triunfa por encima de las adversidades.
Pero no, a mi me ha tocado una cosa de locos con mis amigas, una de ellas se caso y supe porque vi las fotos en el facebook, plop; Si plop, porque era un chico desconocido, de esos que se consiguen por internet, que se enamoran, vienen se casan con tus amigas y se las llevan a vivir lejos. Otra amiga se tomo la molestia de escribirnos un correo electrónico e informarnos que se casaba, plop. Sí, otro plop, porque es otro desconocido que engrosaba la lista de esposos de mis amigas, con decirles que me lo presentaron después de la ceremonia. Y ahora resulta que debo asistir al matrimonio de otra de mis dizque llamadas mejores amigas, la cual se va a casar con otro desconocido. Que vaina, es otro plop, porque tampoco conozco este novio.
No sé si es que se usa así y yo toda retrograda no lo he podido entender o es que definitivamente no tengo amigas de las normales. Lo que me parece maluco de todo esto, es que después una tiene que hacer una enorme inversión para acompañar a la amiga en el momento más importante de su vida y una llega como llena de nada. Es más y me atrevo a confesar que me siento asistiendo a la ceremonia como de una desconocida. No se conoce al novio, ni a los amigos del novio, por ende no hay integración en la fiesta. No se le pueden hacer bromas al novio como esas de “si no la cuidas te mato” porque no hay confianza con el chico y lo que es peor aún, no dan ganas de preguntarle a la amiga por su relación, pues nunca quisieron compartir momentos con los amigos, entonces opta una por el silencio y por la distancia.
A todas estas me pregunto yo, ¿cuál es la importancia de invitar a la gente a una boda, si poco o nada saben o les interesa esa relación, de la cual poco o nada quisieron compartir cuando fueron novios? Si, se me hace pertinente hacer esta pregunta, porque siento que más allá del regalo, no estoy haciendo ningún aporte en este tipo de eventos. De entrada y por línea directa uno pensaría que lo que importa es acompañar a la amiga y que eso es lo que vale, pues tanto vale que inconforme y todo ahí estaré, pero siento mi voz de protesta, y solo espero que a la vuelta de un par de años no se me ocurra a mí hacer este tipo de eventos solo pro cumplir con el protocolo, porque si lo que importa es la amistad, entonces también deberían hacerse esfuerzos por compartir esa relación con los amigos, al menos para que ellos también tengan un motivo para celebrar el día de la ceremonia.

1 comentario:

dpalencia dijo...

Prometo y dejo la promesa por escrito que el dia que se me ocurra casarme, te habré presentado previamente al feliz ganador de esta niña. Para que te sientas mucho mas integrada en mi fiesta. Te parece???

Ahora no se si tus amigas estan muy locas o ya es la nueva usanza por que normalmente me invitan a los mismos matrimonios que a ti.