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jueves, 5 de enero de 2012

Re-encuentros



Sé que el camino que escoja
me llevará a un viaje sin igual
con senderos a apreciar
y obstáculos que enfretar...

Me caeré pero me levantaré
me lastimaré pero sanaré
porque sé que todo habrá valido la pena 
cuando haya llegado a mi destino
después de haber cruzado el camino que escogí: 
mi camino 


A veces nos pasamos mucho tiempo haciéndonos preguntas, elevando plegarias, buscando respuestas a situaciones que vivimos a diario y que con frecuencia nos dejan fuera de órbita y a veces sin explicación alguna. Esta reflexión nace como consecuencia a una charla que tuve con una de mis mejores amigas de la Universidad y que sin ser la persona que más frecuento, que más veo o con quien más hablo, hay en nuestra amistad una empatía tan inmensa que ha perdurado y se ha fortalecido con los años. 
Hacía mucho tiempo no tenía una charla tan sensata y tan llena de verdades como la que tuve con mi amiga, quien finalmente con las palabras más simples me hizo caer en cuenta de cosas obvias que uno lee, que a uno le dicen otras amigas, que uno intuye, y es que los seres humanos nos pasamos los días tratando de entender la vida y de refutarle las cosas que no pasaron como las planeamos sintiéndonos frustrados, a sabiendas de que la vida es perfecta y nos da y nos quita lo que merecemos en el momento indicado. 
Bien dicen por ahí que si no aprendemos una lección no podemos dar el paso para seguir en el curso siguiente y el destino nos pondrá la misma piedra tantas veces sea necesario hasta que aprendamos de la experiencia. 
Sólo hasta hace dos días yo estaba llena de muchas preguntas, y no es que ahora no las tenga, pero sólo de mi actitud frente a esas preguntas y más enfocada en el para qué que en el por qué, podre encontrar las respuestas que me satisfagan. 
Realmente fue una tarde diferente, un momento de esos que nos abren los ojos, que nos quitan las vendas para ver el abanico de oportunidades, el mundo es tan grande o tan pequeño como lo queramos ver, es un asunto de percepción, por eso ante las dificultades y los dilemas en los que nos vemos envueltos,  unos saben salir más rápido que otros del atolladero y continuar la marcha.
No hay que ir muy lejos para hallar las respuestas que buscamos, basta con saber bien que es lo que queremos y escuchar las formas como la vida se comunica con nosotros. Entendí entonces que esa charla con mi amiga no era una casualidad, sino la causa a ese torbellino de sentimientos que tenía represados y que por tanto las palabras de ella fueron como un bálsamo de aliento. No se requieren gurús ni guías, sólo se trata de saber interpretar ciertas señales, de  hacer lecturas entre líneas que en este caso fueron las palabras de mi amiga. 
Sigo teniendo dudas, pero está claro que resolverlas depende de mí y que enojarme con el destino es como empujar una pared que nunca se va a mover. Entonces he decidido que seré tan grande como mis pensamientos y que dejaré que la vida fluya y traiga hacia mí  todo lo que sabe que necesito y sé que entre tanto,  traerá las respuestas a mis dudas en los momentos adecuados. 







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